domingo, 28 de marzo de 2010

'Animal factory'

Una de esas constantes en mi vida es que soy una contradicción andante. Por ejemplo: Repito hasta la saciedad que los libros de autoayuda me disgustan y, sin embargo, no hago otra cosa que desviar constantemente mi atención hacia ellos cuando visito las librerías o los puestos de prensa del aeropuerto. Cierto que no son los del tipo de autoayuda venidos al caso, con un barniz psicológico del tipo harás lo que te salga de las narices con poco que te lo propongas y creas en ti mismo. Yo, en general, soy más selectivo y me desvío a por los que vienen barnizados con la temática de gestión de empresas y/o gestión del conocimiento. Así que acabo comprándome libros de la editorial Empresa Activa en cantidades abrumadores. Creo que la culpa, una vez más, habría que echársela al sesgo de confirmación. Busco todo aquello que reafirme lo que ya creo. Y para eso no hay mejor fuente que los libros de autoayuda de gestión empresarial de la editorial en cuestión.

En realidad quiero creer que no es ese el único motivo. Busco aprender más cada vez, pues soy consciente que hay mucho que desconozco, y recurro a la literatura de forma general liviana que me ofrecen los libros de la editorial. Liviana porque casi todo lo que publica esta editorial suele ser en un lenguaje bastante llano y sencillo. No hay florituras en su prosa. Ni falta que hace. Los temas en general suelen ser muy prosaicos y, por mi experiencia particular, los directivos —y los aspirantes a tal— no suelen contar con el número suficiente de circunvoluciones cerebrales como para apreciarlas adecuadamente. Eso sí, en general se intenta que haya humor y que la historia esté contada a modo de cuento. Siempre que se pueda. O que el autor tenga talento para ello.

Dentro de este tipo de literatura, al menos la que yo he comprado y leído hasta la fecha, hay libros que han merecido la pena. Otros que son verdaderas aberraciones. Y algunos que, bueno, se quedan en el limbo de ni sí, ni no, ni todo lo contrario. 'Animal factory' podría caer fácilmente en esa categoría. Sin llegar a ser un libro que destacaría especialmente, tampoco es un libro que me arrepienta por haber leído. De hecho alguna cosa buena he sacado de su lectura. Eso ya es suficiente, en la mayoría de los casos, para alegrarse de haber leído el libro.

También explicaba que había distintas maneras de resolver los problemas: «Con un problema podemos hacer varias cosas: solucionarlo, trasladarlo o minimizarlo». Y volvía con el ejemplo de la sala de reuniones: «Si en la sala de reuniones hay una bombilla fundida, puedes llamar al encargado para que la cambie (solucionado), puedes utilizar una lámpara de mesa (minimizado) o puedes coger una bombilla de la sala de al lado y ponerla (trasladado)».

El autor, Ignacio Canela Mercadé, recoge, con una prosa llana y sencilla, con alguna voluta de humorada, y siguiendo un esquema parecido al de la fábula, el proceso de aprendizaje y la gestión del conocimiento derivado de la resolución de los problemas que surgen en la creación, gestión y crecimiento de una empresa, elaborando a modo de recetario todo lo que se supone que has de tener en cuenta. Así se van contando las peripecias de una granja de animales que decide auto-organizarse, lo que va aconteciendo dentro de los diferentes departamentos y cómo deciden resolverlos. Del aprendizaje adquirido —la gestión del conocimiento consecuente— se irán derivando una serie de alforjas con mensajes claros y concisos sobre qué hay que hacer. O qué hay que evitar hacer. De ahí el recetario. Y no son pocas las recetas que quedan al finalizar el libro, que en sí es bastante corto —160 páginas—, que concluye con más de un centenar de alforjas. O consejos, que al final y al cabo no es otra cosa. ¡Pues sí que da de sí esto de la gestión empresarial! De todas formas, con tanta alforja, a uno a veces le entra la vena macarra y le dan ganas de rezar aquello de un consejo vale lo que cuesta darlo. En mi caso, y en el de este libro, 12 €. Que hay que dividirlos por más de cien alforjas.

Un libro que sin llegar a ser una joya literaria, ni del género en cuestión, ni de la literatura universal, tampoco es un texto que esté carente de utilidad. Alguna tiene —y no me refiero a prender fuego con sus páginas—, pues si no eres experto en la materia, o simplemente tienes curiosidad por conocer en qué dirección se mueven los teóricos de la psicología de la gestión empresarial, es un volumen instructivo. No te lo compres, pero si tienes a alguien que te lo pueda prestar, y no hay nada mejor que leer en tu horizonte de opciones, no pierdas la oportunidad de leerlo. Un libro que se lee muy rápido. Y a ratos resulta hasta entretenido.

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